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Historia del Carmen

La Fundación Carlos Ballesta tiene entre sus espacios expositivos y culturales en un importante edificio de los siglos XV-XVI. Se trata de una casa morisca insertada en el Albaicín que, con el paso del tiempo, fue denominada como la Casa de Aben Humeya. Esta denominación debió producirse popularmente a partir de la noticia de Hurtado de Mendoza en su Guerra de Granada, en la que dice que D. Fernando de Válor –Aben Humeya– fue nombrado rey de los moriscos en el Albaicín en la casa del Hardon, de donde se extrapoló posteriormente que esa casa podría ser la que nos ocupa.

La casa se encuentra en un espacio urbano de gran interés histórico para comprender la evolución del actual Albaicín, en un vértice del recinto de la Alcazaba Qadima o Alcazaba Antigua, construida sobre la muralla zirí de la primera mitad del siglo XI, es decir, en un punto de inflexión de todo el área fundacional de la Granada medieval acotada por la muralla que partiendo de Bab Qastar, actual ermita de San Cecilio, buscando el sur llega hasta el Carmen de Aben Humeya para quebrar hacia la plaza de las Escuelas, coger la línea de la calle San Juan de los Reyes y tras juntarse con San Gregorio mediante la puerta de los Estereros, recorrer toda la línea por encima del Cenete hasta llegar a la Puerta Monaita y de ahí, por la cuesta de la Alhacaba, unirse a Bab Qastar, pasando por la Puerta de las Pesas.

Por otra parte, como hemos dicho más arriba, la casa se encuentra muy cercana a la plaza del Abad, dónde tuvo la entrada el Hospital de Moriscos, cerca de la antigua mezquita aljama del Albaicín –actual colegiata del Salvador– y la casa de la doctrina, dónde los jesuitas catequizaban a la población morisca. Es decir, en pleno centro de las instituciones más importantes, posteriores a la toma de Granada, relativas a la población de origen hispanomusulmán. Además, en la plaza del Abad se sofocó la primera rebelión de los moriscos del barrio, en la Navidad de 1499; rebelión producto de las afrentas que el Cardenal Cisneros comenzaba a realizar en la ciudad y que fue apaciguada rápidamente por el arzobispo Talavera y el Conde de Tendilla, pero al parecer, en 1568 esta plaza volvió a ser uno de los sitios dispuestos por los moriscos para hacer una concentración de fuerzas y dar origen a la que sería la Rebelión que acabó con el decreto de expulsión de 1570, promulgado por Felipe II.

JORIS HOEFNAGEL (1542-1600). Vista de Granada desde la vega. Ed. Civitates Orbis Terrarum, 1563.
JORIS HOEFNAGEL (1542-1600). Vista de Granada desde la vega. Ed. Civitates Orbis Terrarum, 1563.

Pues bien, en este emplazamiento y utilizando como cimientos la propia muralla, se levantó un conjunto de casas de las que solamente nos han llegado dos: una, junto al torreón de la calle Guinea y la casa principal, que pese a llegar al año 1996, fecha en que la compra Carlos Ballesta, en un lamentable estado de conservación, se consiguió recuperar en todo su esplendor.

La casa es de mediana dimensión, muy a la escala morisca en oposición a la casa castellana, con un patio ligeramente rectangular con cuatro crujías, dos de las cuales –las situadas a norte y sur– son porticadas, siendo la norte más elevada que la sur para recoger la luz del sol en invierno y, además, orientada hacia las vistas de la Alhambra.

Siguiendo la evolución de la parcela a través de la planimetría histórica y de la iconografía generada a partir del siglo XIX, especialmente la fotográfica, se puede entender perfectamente la evolución del barrio, con sus momentos de máxima ocupación, sus despoblaciones y sus reocupaciones.

Aunque las primeras imágenes con que contamos de la ciudad de Granada, hay que retrotraerlas a fechas anteriores a la propia Guerra de Granada, serán las vistas o corografías de Wyngaerde o Hoefnagel –de la década de 1560– en las que, salvo la aparición de campanarios en sustitución de alminares y las grandes construcciones significativas del poder que se habían ido asentando: Catedral, conventos, palacio de Carlos V, Chancillería, etc.; no se habían producido aún variaciones significativas en el poblamiento medieval.

Cincuenta años después, hacia 1612, aparecerá la Plataforma de Ambrosio de Vico, primer intento de crear una planimetría lógica de la ciudad y no una vista paisajista, que nos aporta una información abundante y simbólica del estado de la ciudad, justo después del decreto de expulsión de los moriscos y con un asentamiento cristiano de algo más de un siglo de antigüedad.

En el detalle que hemos extraído de la plataforma se aprecia clarísimamente la situación en la que se encuentran la parcela y las casas que, a comienzos del s. XVII, subsistían del apiñado caserío medieval, que iba sufriendo una transformación paulatina de los edificios, provocando acompasadamente la desaparición de la ciudad medieval por otra más acorde con las necesidades de la nueva cultura cristiana que pasó a habitar el barrio.

Se puede apreciar, también en la Plataforma, cómo lentamente, a lo largo de todo el siglo XVI se había ido relajando el asentamiento poblacional, mayoritariamente morisco, y cómo se habían dejado abandonados sectores completos del antiguo y apelmazado barrio. Esta situación de paulatino abandono da comienzo a finales del siglo XV, con la primera rebelión de los moriscos que desembocarán en 1501 con la supresión de casi todos los derechos admitidos por las capitulaciones de 1491. Siendo sustituidas, entre otras cosas, las mezquitas por las nuevas parroquias.

Plataforma de Vico grabada por Francisco Heylan (1612)
Plataforma de Vico grabada por Francisco Heylan (1612)
Detalle de la Plataforma de Vico
Detalle de la Plataforma de Vico

A partir de 1501, fecha en la que se consiguió sofocar el eco de la rebelión albaicinera en la Alpujarra; las dificultades de movilidad, los gravámenes, la llegada del Tribunal del Santo Oficio en 1526 y otras muchas decisiones tomadas bajo el gobierno de Felipe II, fueron provocando la salida voluntaria y forzosa de numerosos moriscos. Situación que aún empeoró con el levantamiento de la Alpujarra en 1568, por parte de Aben Humeya y su sucesor Aben Abó, lo que provocó una importante campaña militar de sometimiento y castigo acaudillada por don Juan de Austria y Hurtado de Mendoza. Esta rebelión supuso el primer decreto de expulsión de moriscos en 1570, firmado por Felipe II, que obligaba a la salida de todos los del reino de Granada, incluso los nuevos conversos. De hecho, en 1569 se realizaba una amplia inspección de todas las casas del albaicín en busca de armas ocultadas por los moriscos.

El siguiente documento gráfico que nos muestra la evolución del barrio del Albaicín, es el plano de Dalmau de 1796, en el que se registra –con una alta cota de fidelidad– todo el parcelario y la evolución de la estructura urbana, tal y como se había ido desarrollando a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

En el detalle que hemos ampliado del plano de Dalmau podemos ver la citada evolución del entorno, cuyo cambio más importante es el de la existencia plena del Convento de Agustinos calzados, con su impresionante huerto y la localización en el círculo de la parcela punteada y por tanto habitada del Carmen de Aben Humeya con el tránsito de la muralla en su interior y cómo extramuros existe un amplio espacio asilvestrado (rayado verticalmente) entre la muralla y la Iglesia de San Juan de los Reyes.

Detalle del Plano de Dalmau (1796)
Detalle del Plano de Dalmau (1796)

Heredero de este plano es el de Francisco Martínez Palomino de 1845, que no aporta nada relevante con respecto al de Dalmau, pero unos años después (1852-54) Alfred Guesdon realiza las vistas aéreas de Granada y, en una de ellas, la vista sobre la Alhambra y el Albaicín está tomada desde el este, mostrando claramente el caserío y los despoblados de la zona durante esta segunda mitad del siglo XIX.

Como se aprecia, el Convento de San Agustín (nº 2) ya está completamente desaparecido y todo su terreno ha comenzado a parcelarse. El producto de esta atomización será la futura proliferación de cármenes privados en ese entorno. El Convento de la Victoria tiene ya derruida la iglesia que ha quedado como una gran explanada ante el claustro que está en proceso de desaparición. Sobre estos restos se construirán varios edificios, incluyendo nuevos cármenes. Y en el óvalo se aprecia claramente cómo la parcela que ocupa el Carmen de Aben Humeya es la más poblada y edificada en esos momentos, con viviendas a uno y otro lado de la muralla y el torreón de la calle Guinea, mientras se percibe el talud extramuros como zona silvestre hasta su encuentro con San Juan de los Reyes.

Detalle de 'Alhambra y Granada' de Alfred Guesdon (h 1855)
Detalle de 'Alhambra y Granada' de Alfred Guesdon (h 1855)

En 1862, la reina Isabel II visita Andalucía y Murcia y pasa por Granada acompañada por Charles Clifford, como fotógrafo oficial, que realiza un amplio álbum en el que, entre otras vistas y detalles, toma varias del Albaicín desde la Alhambra. Una de ellas es la mejor vista de la zona que nos ocupa, en la que se puede apreciar que la densidad de edificaciones es la más alta en toda esa línea de cota del cerro, estando rodeado de terrenos en los que aparece el cultivo de chumberas y la organización de un incipiente carmen con pérgola vegetal a la izquierda de la imagen.

Detalle de fotografía de Charles Clifford (1862)
Detalle de fotografía de Charles Clifford (1862)

Otra vista muy interesante es la tomada por Jean Laurent una década después, en la que se puede apreciar cómo la despoblación sigue acentuándose, mientras la zona del Carmen de Aben Humeya mantiene sus edificaciones casi intactas, constituyéndose en un pequeño barrio rodeado de terreno rural ocupado por vegetación silvestre, agricultura o por la agrupación de parcelas, para ir planteando los primeros cármenes modernos del Albaicín.

Detalle de fotografía de Jean Laurent (h 1872)
Detalle de fotografía de Jean Laurent (h 1872)

En la fotografía de Rioboo (años 10-20 s. XX) se puede apreciar cómo la ruralización ha llegado a unos límites preocupantes para el sostenimiento del propio barrio, pues la población no solamente fue afectada por la expulsión de los moriscos, sino que las campañas de repoblación durante el siglo XVII y XVIII no fueron lo suficientemente efectivas y, además, durante el siglo XIX comienza el traslado de población a zonas bajas y pueblos de las cercanías con la introducción de los ingenios azucareros, la llegada del ferrocarril y la necesidad de transformar los oficios artesanos en oficios suministradores de la incipiente industria. Se suele situar esta frontera entre siglos como el momento de máximo declive. De hecho, en esta fotografía se puede apreciar que si la parcela del Aben Humeya había ido aguantando con todas sus construcciones originales hasta finales del siglo XIX, en este momento ya han desaparecido todas las viviendas que había entre la casa principal y el torreón zirí.

Detalle de 'Vista del Albaicín desde la Alhambra' (Fotografía de Rioboo, h 1910-20)
Detalle de 'Vista del Albaicín desde la Alhambra' (Fotografía de Rioboo, h 1910-20)

Durante la Segunda República, esta propiedad pasó a manos de las monjas del convento vecino de Santo Tomás de Villanueva, mediante la dote de una novicia, que mantuvieron la parcela en este estado de franco abandono hasta el último tercio del siglo XX. Hacia 1968 el carmen fue adquirido por D. Alfonso de Borbón, príncipe de Condé y general de las tropas del Yemen, refugiado en Granada, tras ser depuesto el gobierno monarquico de dicho país. Entre 1966 y 1980 –fecha en la que el militar tiene que ir a Marruecos, donde morirá en 1992– Alfonso restaura la casa principal y debe realizar la demolición de la casa que quedaba en pie en la parte alta y frontera a la actual casa museo, creando el actual patio de acceso, en pos del desarrollo de un negocio hostelero de copas al aire libre, lo que popularmente se conocía en aquellas fechas como una “Terraza de verano”.

A su marcha el negocio continuó, pero durante los años noventa comenzó un acentuado deterioro de la casa principal y prácticamente la desaparición de la casa del Torreón, que llegó a estar apercibida por un expediente de demolición, hasta que en 1996 fue adquirida toda la parcela, con los elementos subsistentes, por Carlos Ballesta López, que inició las labores de restauración de ambos edificios, integrando en uno de los solares resultantes de la demolición, un pequeño restaurante organizado en paratas para no perjudicar la visión de la parcela desde ningún punto estratégico. En 2010 su actual propietario decide instituir la Fundación que lleva su nombre en la casa principal para crear un foco cultural en el barrio del Albaicín y divulgar la cultura de los moriscos, desafortunadamente por conocida por la mayoría de la población. Nada mejor que una casa morisca catalogada para albergar un museo sobre esta cultura.

Estado de conservación de la casa museo justo antes de su adquisición por Carlos Ballesta (mediados los años 90 del S. XX)
Estado de conservación de la casa museo justo antes de su adquisición por Carlos Ballesta (mediados los años 90 del S. XX)

Por el interés, casi novelesco, de la persona de Alfonso de Borbón haremos aquí una semblanza de su vida, pues es la persona que sin duda consiguió salvar la magnífica casa morisca que hoy podemos ver, al igual que hizo con la casa de Yangüas y la de la calle Pardo.

ALFONSO DE BORBÓN

Merece la pena hacer aquí una semblanza de tan ilustre propietario. Nació en California en 1913 con ascendencia española, era un personaje erudito, historiador, arqueólogo y filatélico, aunque fue su faceta como militar la que le llevó a participar en la Segunda Guerra Mundial, concretamente en Japón e, incluso años después, en la Guerra de Corea.

Durante esa estancia como observador en el imperio del Sol Naciente, Decide viajar a los países árabes, pues esa era realmente su vocación. Viaja al Yemen, se convierte al Islam y se relaciona con la casa real yemení, especialmente con el príncipe heredero. Es expulsado del Yemen con la acusación de espionaje y se traslada al Líbano desde donde junto al Príncipe del Yemen, preparan un golpe de estado que se convierte en una guerra civil que se internacionaliza por el enfrentamiento de los intereses de Arabia que desea un gobierno monárquico y los de Egipto que, como líder de los países no alineados pero con apoyo soviético, persigue la instauración de una república. En una de las inscripciones que se encuentran en un lateral del mihrab se narran los años de guerra por conseguir reinar en el Yemen debido a este golpe de estado. Es un conflicto típico del periodo de la Guerra Fría de esos años.

Durante ocho años el príncip Abu Badr y Alfonso de Borbón que ha adoptado el nombre de Abderramán Bruce Alfonso de Borbón Príncipe de Condé, lucharon contra los republicanos, pero finalmente Arabia cedió y permitió la instauración de una república, hasta cierto punto controlable. El príncipe y Alfonso fueron expulsados del Yemen y se trasladaron a Europa, llegando este último a Granada.

Alfonso de Borbón tenía un gran interés en adquirir las propiedades del último rey morisco, Aben Humeya y compra el carmen albaicinero junto con la casa natal de Aben Humeya en Narila (Alpujarra), la casa de Yangüas y la casa árabe de la calle Pardo.

La casa de Aben Humeya restaurada por Alfonso de Borbón, Príncipe de Condé, durante la nevada de 1970
La casa de Aben Humeya restaurada por Alfonso de Borbón, Príncipe de Condé, durante la nevada de 1970
D. Alfonso de Borbón en Liechtenstein (h. 1970)
D. Alfonso de Borbón en Liechtenstein (h. 1970)

Ambas fotos están cedidas por Fernando Navidad y María Gloria García.

El interés de Alfonso por todo lo que tenga que ver con lo hispanomusulmán le lleva a convertirse en cofrade de la “Comparsa de los Piratas” de moros y cristianos de Villena y a ser inspirador de la resurrección de las fiestas de moros y cristianos de la provincia de Granada (Quentar, Vélez, etc.) Llegando a ser inspirador de un congreso regional en 1974.

Por estas fechas, concretamente en 1972, Alfonso de Borbón decide crear un bar – club – discoteca en la finca: la que fue famosa terraza de verano del Aben Humeya, surgiendo así la hostelería en el Carmen que aún se mantiene viva a través de un romántico restaurante.

A finales de los años setenta un truculento suceso, la aparición de dos personas muertas durante la noche en el interior que, según la versión oficial se produjo por la inhalación de los gases procedentes de un brasero, complicará seriamente la presencia de Alfonso de Borbón en España, pues, el momento en el que esto sucede España se encuentra en plena transición política con la monarquía Borbónica recién reinstaurada por lo que un escándalo como este, podía hacer mucho daño a la corona. Y, aunque, las investigaciones se soslayaron a D. Alfonso sale de Granada y de España, se irá a vivir Marruecos y con posterioridad visitará varias veces su casa de Narila, dejando inconclusa una historia que sobre los moriscos españoles en el norte de Marruecos que estaba realizando.

Alfonso de Borbón moriría en 1992 en Tánger, tras casarse en Casablanca con Olga Beatriz di Fonzo, hija de un antiguo príncipe ucraniano y de la señora que afirmó durante toda su vida ser la gran duquesa Romanova, hija del Zar Nicolás, asesinado junto a su familia durante la revolución bolchevique.

Documento del Congredo de Moros y Cristianos de 1974
Documento del Congredo de Moros y Cristianos de 1974
Invitación para la inauguración del bar-club en 1972
Invitación para la inauguración del bar-club en 1972
Sede de la Fundación Carlos Ballesta López

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Lunes y resto de tardes cerrado al público

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Cuesta de las Tomasas, 12
Barrio del Albaicín, Granada.