Sobre la vitrina, no podía faltar una mención a la cultura judía, presente en Granada desde tiempo inmemorial, que se representa con una magnífica tinaja estampillada toledana (s. XV) con estrellas de seis y cinco puntas de significado protector. La estrella de seis puntas suele simbolizar la sabiduría del Rey Salomón, mientras que la de cinco tiene un sentido protector de la casa sobre el demonio, pues al realizarse su trazado sin levantar el lápiz del papel y poderse repetir infinitamente se convierte en un laberinto del que no puede salir el diablo.
Frente a esta vitrina nos encontramos otra que alberga un importante monetario que comienza con el reinado de los Reyes Católicos y termina con Felipe III, marcando así la cronología de la historia de los moriscos en España. Destaca entre todas las piezas el Doble excelente de Oro de Granada de los Reyes Católicos. Con la emisión de esta moneda los reyes pretendieron establecer un mercado de valores estable y fiable. En esta vitrina también se conserva un dinar de oro almorávide de Ibn Yusuf (1141) y 8 reales de Fernando VI, denominado “columnario” por las columnas envueltas por las filacterias con el Plus Ultra de donde sale la S y la barra: $.
Se completa esta vitrina con un ponderal de vasos anidados que servía como fiel para el control de los pesos y medidas de los mercados. En el Albaicín, cuando las pesas eran fraudulentas se decomisaban y se colgaban de la Puerta Nueva que pasó a llamarse Puerta de las Pesas por ese motivo. También hay una delicada balanza romana para pesar monedas y comprobar que no se le había quitado gramaje de oro o plata y una colección de llaves medievales entre las que destaca una mudéjar toledana con decoración sobredorada.
VITRINA HORIZONTAL
En la vitrina horizontal (de izquierda a derecha) se recoge la segunda edición (siglo XVI) del primer título impreso de ciencias naturales, con el que nace la divulgación científica y la transmisión del conocimiento a través de la universidad. A continuación encontramos El Teatro del Mundo y el Tiempo, un libro de astronomía y navegación de principios del siglo XVII, impreso en Granada. A su lado, las obras completas de Santa Teresa de Cepeda y Ahumada, del siglo XVII siendo reconocida como escritora mística experimental y maestra de la vida espiritual del cristianismo y en la que, al igual que en San Juan de la Cruz, está demostrada la influencia sufí en su infancia a través de sus criados.
Los siguientes libros recogen la temática caballeresca y heróica: Orlando Furioso con múltiples ilustraciones que ayudan a su narración, de mediados del siglo XVI; El Fernando o Sevilla restaurada, del siglo XVII. Y la primera edición de la Real Academia de El Quixote, es el llamado Quijote de Joaquín Ibarra, pues a este impresor se le encargó la creación de una tipografía única, para que no hubiera otro libro impreso con la misma letra. (1780). En el Quijote la presencia de los moriscos está narrada como no podía ser menos, por Cervantes y especialmente interesante la historia de los moriscos retornados en el segundo libro (1615). Le acompaña a su derecha la Librería de Jueces, del siglo XVIII, donde se recogen las leyes desde 1567 hasta 1772, incluyendo la legislación referida a judíos, moros, mudéjares y cristianos nuevos; Tras él La Historia del Obispado de Guadix con el frontispicio en el que están grabados los Siete varones apostólicos, entre ellos San Cecilio, protagonista principal de la farsa de los libros plúmbeos y las reliquias del Sacromonte que protagonizaron los moriscos Alonso del Castillo y Miguel de Luna, ambos traductores de su Majestad. Este último, escribió además el último libro expuesto, una obra titulada La verdadera historia del Rey Don Rodrigo, en el que quería reescribir la historia de la ocupación musulmana de la península, pretendiendo justificar que no había sido una conquista y por tanto no tenía sentido el concepto cristiano de reconquista. Fueron los últimos intentos de conciliar a moriscos y cristianos en el reino de Granada.
GRABADOS
Sobre la vitrina horizontal (de izquierda a derecha) encontramos una pareja de grabados con vistas de la ciudad de Granada, realizados por Joris Hoefnagel en la segunda mitad del siglo XVI. Este tipo de vistas se denominan corografías. En la primera, se observa la ciudad de Granada desde la vega, mientras que en la segunda está tomada desde el Valle del Darro y se aprecia con gran detalle la Alhambra, en donde se puede descubrir la grúa de las obras del palacio de Carlos V. En ambas panorámicas se muestra la ciudad con una evidente presencia morisca en primer plano, con lo que estos grabados se convierten en auténticos documentos de las tradiciones de este grupo de granadinos. Son páginas de la obra Civitatis Orbis Terrarum que se realizó en 1572 y que tuvo múltiples reediciones.
Los siguientes grabados representan los árboles genealógicos de la monarquía castellana y la de Aragón, ambos realizados Ca. 1611 ca. Es mu interesante apreciar que en el primero hay inserto una vista de Toledo que está extraída del Civitatis Orbis Terrarum de 1572.
En la pared de en frente (de izquierda a derecha) encontramos una xilografía que nos ofrece una de las vistas más antiguas de Granada. Se trata de la versión que Sebastían Münster realizara para la Cosmographia Universalis de 1544. Junto a ella se muestran tres grabados de Daniel Meisner, realizados para el Thesaurus Philo-politicus de 1624. En ellos se observan las vistas de Granada, Alhama y Loxa. Las vistas de las ciudades están extraídas del Civitatis Orbis Terrarum, pero se han sustituido las representaciones costumbristas por una serie de emblemas morales o alegóricos.
Sobre la vitrina de pared encontramos un gran grabado el Planisfere du globe celeste de 1610, realizado por Pierre Mariette, Tycho Brahe y Frederik Houtman. En él se muestra un mapa de las constelaciones de cada hemisferio. Fue creado gracias a las observaciones de la expedición holandesa a las indias orientales de finales del siglo XVI, completándose con las siguientes navegaciones.
VITRINA DE PARED (de arriba-abajo)
En el estante superior hay dos estuches-joyeros de hueso y marfil renacentistas y decorados con gran profusión de elementos antropomorfos y grutescos. En uno de ellos se descubre la heráldica que supuso la unión de las coronas de Navarra (cadenas) y Francia (flores de lis) que se personificó en la figura de Enrique III de Navarra que llegó a ser Enrique IV de Francia en 1594, uniendo los dos blasones. Estos objetos nos sirven de recordatorio de que la virtual unión de los reinos de España no culminó en 1492 con la toma de Granada, sino que se prolongó hasta 1512, fecha en la que Fernando el Católico conquista los territorios hispanos de la monarquía Navarra que se ve forzada a reinar solamente sus territorios franceses.
En el estante intermedio se conservan dos piezas ligadas a la escritura como soporte y vehículo del conocimiento: un candelabro gótico de carrete de bronce (s. XV) y una lujosísima escribanía yemenita del siglo XVIII.
Por último, un ponderal del S. XVIII de gran tamaño realizado en los talleres de fundición de Nurember, donde se conservaba el fiel del peso.