Los exteriores de la Casa morisca de Aben Humeya se componen de una serie de jardines, patios al aire libre y paseos que desembocan en un torreón de la muralla zirí de la primera mitad del siglo XI.
En estos espacios exteriores aparecen zonas de importante valor arqueológico preexistentes en la propia parcela del carmen a la que se le están añadiendo piezas originales arquitectónico-decorativas y esculturas para su musealización al aire libre.
Siguiendo el sentido de la visita, accedemos desde la calle por la cancela de la cuesta de las Tomasas, 12, en pleno corazón del Albaicín, a escasos metros del mirador de San Nicolás y en el primer patio podemos contemplar una Virgen con el Niño en piedra gótico-renacentista del siglo XV-XVI cobijada en el interior de una moderna hornacina de ladrillo, al estilo de las imágenes de la Virgen que se ponían en las puertas de muralla de las ciudades musulmanas reconquistadas por los cristianos. Bajo ella, tres capiteles en granito y mármol. El primero, gótico procedente de Castilla León y los otros dos renacentistas, probablemente genoveses traídos a España en el siglo XVI, muy parecidos a algunos ejemplares granadinos y a los del convento de las Descalzas Reales de Madrid.
Al bajar unas escaleras, nos encontramos con una pieza de mármol, denominada quicialera, que sirvió en la Edad Media de gozne para una puerta que probablemente cerraba un antiguo adarve urbano que daba acceso a las casas que conformaban un pequeño barrio independiente hasta comienzos del siglo XX.
Según bajamos a la siguiente parata del jardín, se dejan ver nuevos elementos arqueológicos in situ. En este caso aflora como cimiento de la casa un fragmento de la muralla zirí de la primera mitad del siglo XI que, viniendo desde la Puerta de las Pesas, cruzaba toda la parcela hasta llegar al torreón que veremos más adelante.
En el costado de este tramo de muralla se abre un aljibe de época posterior en el que se han insertado restos de una macabrilla y algunos atanores procedentes del propio carmen. Mirando hacia la Alhambra se ha insertado una magnífica celosía mudéjar en mármol rosa, procedente de la zona de Toledo y que en su día sirvió de lucernario en el ábside de un templo mudéjar.
Pero si algo llama la atención es el mihrab orientado hacia la Meca construido en 1968 por el antiguo propietario don Alfonso de Borbón Príncipe de Condé. En el interior del mihrab una inscripción en árabe dice lo siguiente: No hay dios excepto Allah, Muhammad es el mensajero de allah y ali es el wali de Allah. Esta singular inscripción alusiva a Alí emparenta este mihrab con la doctrina chií.
A los lados del Mihrab dos placas de mármol tienen una misma inscripción en árabe y castellano que dicen así: Ha sido erigido este mihraba en el año 1388 de la Hijrah (1968 A D) en honor del Amir al Momenin su Majestad el Imam Al-MAnsur Billah Mahoma al-Badr Rey del reino mutawakelita del Yemen en memoria de sus seis años de la Guerra Santa contra los enemigos de Dios y de los árabes por su ayudante y mamluk el general Abdurrahman Brus Alfonso de Borbón Príncipe de Conde y por el Sidi Ahmed Oshaysh de Sanaa del Yemen en el Carmen de Aben Humeya en Granada de Andalucía.
Siguiendo nuestro paseo por los exteriores del carmen, llegamos a una preciosa pérgola cubierta por una frondosa parra que sombrea el verano y deja pasar el cálido sol del sur en los meses de invierno, desde aquí la visión de la Alhambra es espectacular. Siguiendo nuestro descenso, accedemos a un nuevo patio preparado para la realización de eventos. Desde conciertos, conferencias, pequeños congresos a presentaciones de libros o de marcas y productos comerciales.
En esta zona se han ido plantando diversas especies vegetales, tales como cítricos, higuera, caqui, níspero, guindo, granados, ciruelo, moral blanco, laurel, romero o celindos y rosales, sin faltar el arrayán. Especies todas ellas existentes en la Granada de 1570 y de las que se ha conservado memoria cuando fueron expulsados los moriscos del Reino de Granada por orden de Felipe II. En ese momento, doscientas familias albaicineras, fueron a Pastrana (Guadalajara) para iniciar allí la industria de la seda bajo el control del duque y allí crearon el Albaicín de Pastrana en donde implantaron la forma de vida doméstica en la que se mezcla el huerto y el jardín.
Desde este amplio espacio, se accede por una nueva cancela apoyada en la otra construcción morisca del carmen hasta la azotea del Torreón zirí de la primera mitad del siglo XI, denominado Torreón de la calle Guinea y que es una auténtica atalaya en la que se divisa el paisaje en 360º, siendo la vista más interesante la que se nos ofrece de la cara norte del alminar de la antigua mezquita de los Conversos, actual iglesia de San Juan de los Reyes. Este es quizás el único lugar público desde el que se puede ver la fina traza geométrica en ladrillo y los restos de pinturas almohades-nazaríes que aún conserva esta cara del alminar-campanario.